martes, 8 de marzo de 2011

GAROÑA

Llevamos meses enfrascados en la polémica de si se debe cerrar la central Nuclear de Garoña o no.

Empecemos por el principio. Los dos grandes partidos han convertido el tema en arma arrojadiza, algo que ocurre de manera habitual independientemente de cual sea la cuestión. En este caso, y sin que sirva de precedente, diré a favor del PSOE que el PP decidió en 2002 el cierre de Zorita y no pasó nada.

El mantenimiento de las centrales nucleares les interesa mucho a las empresas eléctricas por los importantes beneficios que les trae, y de ahí su constante presencia en los medios de comunicación intentando decir la verdad sobre la energía nuclear, mejor dicho su verdad nada inocente y casi siempre manipulada.

En el caso de Garoña vemos como la empresa propietaria, Nuclenor, se esfuerza por mantener abierta la instalación, y no creo que lo haga por mantener los puestos de trabajo, que ni de lejos son los 1000 que dicen. He estado en Garoña en dos ocasiones y nunca he visto a más de 20 ó 30 personas trabajando, no me creo esas cifras tan grandes. En Garoña trabajan unas 300 personas de manera habitual, otra cosa es en periodos de recarga que exige más personal. También habría que ser serios en el impacto real en la zona, algunos empleados viven incluso en Vitoria.
Por supuesto que entiendo a los trabajadores que luchan por su empleo, y desde luego que hay que darles una solución.

Quizá la mayor mentira sobre la energía nuclear es que es barata. Es barata una vez construimos la central (grandes cantidades de hormigón, gastos en proyectos para el lugar idóneo, etc), extracción y transporte del uranio (durante las operaciones mineras, grandes volúmenes de agua contaminada son bombeadas fuera de la mina y liberadas a ríos y lagos, extendiéndose de este modo por el medio.El mineral extraído primero es molido y filtrado en molinos de uranio. El mayor riesgo producido por este proceso son las emisiones de polvo. Cuando se cierra un molino de uranio grandes cantidades de desechos radioactivos han de ser almacenados de forma segura).Otras medidas de seguridad, planes de evacuación, carreteras, que paga el Estado.
Claro si descontamos todo esto, es una energía barata. Esto me recuerda a aquel amigo que dijo que el banquete de su boda le salió muy bien de precio…¡claro! lo pagaron sus padres.

A esto debemos de sumarle los residuos nucleares radiactivos, que perduran durante decenas de miles de años y cuya gestión no se ha resuelto aún ¿pagan las empresas la construcción de los cementerios nucleares y su posterior gestión durante esos cientos de generaciones?
También es falso que las nucleares crean mucho empleo, según Comisiones Obreras las energías renovables generan 10 veces más empleos que la nuclear.
Otro argumento utilizado por los partidarios de la energía nuclear es que ayuda a combatir el cambio climático. El proceso de fisión nuclear no emite dióxido de carbono (CO2), pero sí toda la actividad anterior: la extracción de uranio, por ejemplo, requiere una gran cantidad de transporte y maquinaria que emite más CO2, en total, que la producción de energías renovables, según Greenpeace.

La nuclear no es una energía renovable, el uranio de calidad es cada vez es más escaso y su extracción resulta cada vez más cara.
Según Greenpeace en el mundo hay unas 450 centrales nucleares en funcionamiento que suministran el 18% de la electricidad global y aportan sólo el 6,5% del consumo energético mundial.

Mi humilde conclusión, si la energía nuclear fuese tan inocua las centrales estarían construidas en las afueras de las grandes ciudades y no en recónditos lugares, que suelen coincidir con poblaciones poco reivindicativas. ¿Cómo es que en el País Vasco no existe ninguna central nuclear?

Garoña está suficientemente amortizada, y ya han pasado los 40 años para los que fue construida. Si Garoña no se cierra en dos años se cerrará en cuatro o en seis, pero es una muerte anunciada. Eso si desde el PCAL exigimos al Gobierno Central (del PP, del PSOE o de quien sea) que comience ya a invertir en un Plan de reindustralización, mejor dicho, de industralización ( los pueblos limítrofes han sido y son una zona olvidada), y desarrollo en las proximidades de la central.
El norte de la provincia de Burgos ha tenido más perjuicios que beneficios por tener ubicada allí la central, y es hora de compensarla.
Por último Nuclenor, empresa propietaria de Garoña, ha pagado prácticamente durante toda su existencia los impuestos fuera de Burgos.